jueves, 17 de junio de 2010

Costumbre

Dicen que el hombre es un animal de costumbres, con hombre me refiero al género humano. Cuando estamos criando, nos acostumbramos a despertarnos cada dos o tres horas en la noche a dar de comer, sacar gases, y tratar de descansar para la agotadora jornada de crianza y/o trabajo que nos espera al día siguiente. Cuando estamos trabajando en una oficina, nos acostumbramos a tener un jefe que nos someta o un jefe que sea condescendiente con lo que hacemos o decimos. Cuando estamos enfermos nos acostumbramos a saber que debemos buscar la manera de sentirnos mejor, ya sea tomando medicamentos o haciendonos tratamientos que nos lleven a una recuperación parcial o total. Cuando estamos casados nos acostumbramos a los ronquidos, a esperar el turno para el sanitario, y a veces hasta nos acostumbramos a vivir con alguien que sabemos que no deberíamos estar viviendo, pero nos hemos acostumbrado tanto a su compañía y a las apariencias que conlleva estar casado que mantenemos la costumbre. Cuando tenemos hijos nos acostumbramos a darles tanto gusto, que se nos olvida que a los hijos no hay que complacerlos en todo, así se pueda, porque los únicos perjudicados serán ellos mismos.

Cuando nacemos y vivimos en un país violento, nos acostumbramos a tener precauciones para que no nos atraquen, no nos secuestren y hasta sucede que todas esas costumbres se vuelven en nuestra contra, porque las clases políticas nos llenan de razones para que sigamos acostumbrandonos a vivir así.
Cuando trabajamos en un país que por tradición ha tenido gobernantes corruptos, nos acostumbramos a tener que buscar a un amigo o familiar para que nos de un puesto de trabajo, que con seguridad sin su ayuda podríamos obtenerlo, solo por nuestros méritos, pero ya nos acostumbramos a obtenerlo de esa manera..y tanto nos acostumbramos que cuando aparece una persona honesta, transparente, a proponernos que esa no es la manera correcta de hacer las cosas, nos llenamos de miedo, creyendo que si no apoyamos a los corruptos nos quitan eso a lo que nos tienen acostumbrados y lo peor nos quitan el pan.

Modificar las costumbres cuesta, genera miedos, y lo peor, genera que hasta le cuestionemos las habilidades a quien nos muestra el camino que nos haga ser mejores seres humanos, construir de verdad una vida llena de oportunidades, de trabajo limpio, de futuro sin guerra. Por qué mejor no nos acostumbramos a seguir sintiendo el orgullo de ser lo que somos pero sabiendo que estamos construyendo una tierra para vivir mejor nosotros, nuestros hijos, y nuestras generaciones posteriores.
Acostumbrémonos, a vivir bien, a sentirnos bien, sin hacerle daño a nadie y a nada.