jueves, 23 de septiembre de 2010

Sana diversión

Podríamos asegurar que cada día, trae su dilema filosófico y moral, ya sea al enfrentarnos a una pregunta externa o a una pregunta de nuestro yo. No es que yo entienda mucho de ese YO, de eso se encargan los psicólogos, yo más bien sé y bastante de enfrentarse a diario con lo que se vé, se siente, y de tratar de  tomar con cuidado lo que vamos obteniendo.

Hay cosas que para mi pequeño razonamiento siguen sin explicaciones, dicen que "así es el ser humano" ummm..pero aún así sigo sin que mi comprensión termine muy convencida de lo que me voy encontrando.
A ver me explico mejor, en días pasados mi hijo quedó un poco aburrido, porque me estaba contando cómo se estaban burlando de un compañero del colegio, porque hablaba diferente...Y claro podría sonar muy divertido, pero yo por más que lo intente no puedo aceptarle y menos de un hijo al que yo estoy criando, que se permita esa clase de diversión, sigo sintiendo y pensando utópicamente puede ser, que todos merecemos respeto, y que no se puede ir por la vida ofendiendo, riendo o lo que es peor siendo indiferente con el dolor de otro ser humano.
Yo no sé si sea radical en con estas ideas(espero no serlo) pero a un hijo o  a una persona cercana a mí, no puedo dejarle pasar éste tipo de hechos, siento que la tolerancia y el respeto hacia todos, no puede jamás ponerse en duda ni dejarse escapar, porque sea o no un juego de niños o porque eso parezca.

Creo  que de las cosas más difíciles es ponerse realmente en los zapatos del otro, esforzarse en entender que pueden estar sintiendo cuando reciben agresiones físicas, verbales o gesticulares que son de las peores. Afortunadamente la mayoría de los niños, tienen no sé si en su formación genética o algún órgano que va desapareciendo al crecer, la capacidad de entender quién realmente los acepta y respeta y quién no, pero eso no evita que se sientan lastimados.

Cuando se van haciendo adultos, van perdiendo esa capacidad, y terminan deprimiendose o mas grave aun, fingiendo sentimientos y diciendo lo "debido" en los momentos "debidos".
Como adultos debemos ser lo suficientemente autocríticos como para poder de manera frecuente analizar nuestro comportamiento, darnos cuenta que es lo que le estamos transmitiendo a nuestros hijos y a  todos los niños que por diferentes circunstancias van apareciendo a nuestro alrededor, que jamás se nos olvide que siempre enseñamos es con el ejemplo, no con la sola palabra, y si nuestros actos dicen, que es fácil burlarse o insultar a otros, pues eso es lo que les estamos enseñando. Sigo creyendo que jamás por más divertido o inocente que parezca podemos permitir que nuestros hijos ofendan o hagan daño moralmente a otros niños.